La celebración de Rosh Hashaná marcó para la comunidad judía el punto de partida de diez jornadas de reflexión que culminan con la festividad de Iom Kippur (día del Perdón), que comenzará con la puesta de sol de este domingo y terminará mañana al anochecer. “Se realiza un balance de lo vivido y se obtiene la purificación espiritual”, explicó la rabina de Paraná, Sarina Vitas.
En la tradición judía, Rosh Hashaná junto con Iom Kipur forman una unidad llamada Iamim Noraim (fiestas austeras). “Son días de arrepentimiento y de introspección, de balance de los actos y de las acciones realizadas, afirmó Vitas.
La rabina, que conduce a la comunidad judía de Paraná y es la primera mujer en cumplir este servicio en América latina, señaló además que “por eso, el festejo del año nuevo, si bien nos llevó a disfrutar, a tener alegría, y a desear que sea pleno de nuevos augurios y gozoso, también nos hizo reflexionar, a entrar en un marco de autojuzgamiento, para tratar de buscar nuestros propios desaciertos en lo que fue nuestro trabajo en el año que acabamos de cerrar”.
Vitas explicó que “por eso, el año nuevo no solo tiene ese nombre sino que además tiene otros tres. El primero de ellos es el día del juicio, donde comenzamos a ser juzgados. Este juicio se cierra a los diez días, es decir, el 28 de setiembre, cuando conmemoremos el día del Perdón, que es cuando se toca el shofar, que es el cuerno que imita a una trompeta que invita a despertarnos a la reflexión de lo que haremos este año. El tercer nombre es el día del recuerdo, el día de la evocación, donde cada uno en su intimidad y todos comunitariamente unidos en plegarias debemos recordar nuestras acciones”.
El rol de la mujer
Para la rabina, el papel de la mujer en la festividad “es histórico y no se ha modificado en la tradición. Tiene que ver con ser el centro de la casa, con hacer y deshacer y estar en cada uno de los detalles para que la festividad se viva en el hogar como una experiencia única en la memoria de nuestros hijos y nietos. Y por otra parte, acompañando en este proceso a la comunidad y participando con ella en el espacio de rezo, de plegaria y de convocatoria. El rol de la mujer, específicamente en esta celebración, no varía, sino por el contrario, la enaltece”.
También agregó que la tradición judía “nos pone, una vez al año, entre la espada y la pared, para recordarnos que si bien el hombre es el rey de la creación, como tal, tiene que comportarse en su mundo como el soberano. Esto implica impartir justicia, ayudar al necesitado, ser solidario, construir para mejorar y para que todos vivamos mejor. Los hombres nos debemos esta reflexión, vivir en un mundo mejor que nos merecemos; es importante entender que está en cada uno de nosotros lograrlo”.
Los preceptos de Iom Kipur
En Iom Kipur, la premisa es abstenerse de comer, de beber, de untarse con cremas o perfumes, de mantener relaciones sexuales y de usar zapatos de cuero. Muchas personas acostumbran a vestir ropas blancas simbolizando que en ese día se encuentran en un estado de pureza espiritual semejante al de los ángeles.
También se porta el Talit (manto ritual) como única vez en el año en que la congregación lo usa de noche. Se comienza el ayuno cuando aun es de día, antes de la puesta del sol prolongándose hasta la noche de la jornada siguiente, en que luego de la salida de las estrellas y después del servicio de rezos en la sinagoga se hace tocar el shofar en señal de libertad.
Terminado el ayuno de Iom Kipur y luego de la cena, se acostumbra a comenzar inmediatamente con la construcción de la Suca (Tabernáculo) en demostración de nuestra buena disposición y celeridad para cumplir los preceptos contenidos de la Tora.
En la tradición judía, Rosh Hashaná junto con Iom Kipur forman una unidad llamada Iamim Noraim (fiestas austeras). “Son días de arrepentimiento y de introspección, de balance de los actos y de las acciones realizadas, afirmó Vitas.
La rabina, que conduce a la comunidad judía de Paraná y es la primera mujer en cumplir este servicio en América latina, señaló además que “por eso, el festejo del año nuevo, si bien nos llevó a disfrutar, a tener alegría, y a desear que sea pleno de nuevos augurios y gozoso, también nos hizo reflexionar, a entrar en un marco de autojuzgamiento, para tratar de buscar nuestros propios desaciertos en lo que fue nuestro trabajo en el año que acabamos de cerrar”.
Vitas explicó que “por eso, el año nuevo no solo tiene ese nombre sino que además tiene otros tres. El primero de ellos es el día del juicio, donde comenzamos a ser juzgados. Este juicio se cierra a los diez días, es decir, el 28 de setiembre, cuando conmemoremos el día del Perdón, que es cuando se toca el shofar, que es el cuerno que imita a una trompeta que invita a despertarnos a la reflexión de lo que haremos este año. El tercer nombre es el día del recuerdo, el día de la evocación, donde cada uno en su intimidad y todos comunitariamente unidos en plegarias debemos recordar nuestras acciones”.
El rol de la mujer
Para la rabina, el papel de la mujer en la festividad “es histórico y no se ha modificado en la tradición. Tiene que ver con ser el centro de la casa, con hacer y deshacer y estar en cada uno de los detalles para que la festividad se viva en el hogar como una experiencia única en la memoria de nuestros hijos y nietos. Y por otra parte, acompañando en este proceso a la comunidad y participando con ella en el espacio de rezo, de plegaria y de convocatoria. El rol de la mujer, específicamente en esta celebración, no varía, sino por el contrario, la enaltece”.
También agregó que la tradición judía “nos pone, una vez al año, entre la espada y la pared, para recordarnos que si bien el hombre es el rey de la creación, como tal, tiene que comportarse en su mundo como el soberano. Esto implica impartir justicia, ayudar al necesitado, ser solidario, construir para mejorar y para que todos vivamos mejor. Los hombres nos debemos esta reflexión, vivir en un mundo mejor que nos merecemos; es importante entender que está en cada uno de nosotros lograrlo”.
Los preceptos de Iom Kipur
En Iom Kipur, la premisa es abstenerse de comer, de beber, de untarse con cremas o perfumes, de mantener relaciones sexuales y de usar zapatos de cuero. Muchas personas acostumbran a vestir ropas blancas simbolizando que en ese día se encuentran en un estado de pureza espiritual semejante al de los ángeles.
También se porta el Talit (manto ritual) como única vez en el año en que la congregación lo usa de noche. Se comienza el ayuno cuando aun es de día, antes de la puesta del sol prolongándose hasta la noche de la jornada siguiente, en que luego de la salida de las estrellas y después del servicio de rezos en la sinagoga se hace tocar el shofar en señal de libertad.
Terminado el ayuno de Iom Kipur y luego de la cena, se acostumbra a comenzar inmediatamente con la construcción de la Suca (Tabernáculo) en demostración de nuestra buena disposición y celeridad para cumplir los preceptos contenidos de la Tora.
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