Prof. Luis Angel Cerrudo
La islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes son parte integrante del territorio de la Argentina, que las hereda de España a su independencia, quien ejercía su soberanía efectiva por títulos válidos fundados en la historia y el derecho, por sucesión de Estados según el uti possidetis juris de 1810.
Los primeros gobiernos patrios dictaron diversos actos administrativos para las Islas Malvinas. Así, el 10 de junio de 1829 el gobierno promulgó el decreto por el cual se creaba la Comandancia Política y Militar de las Malvinas, hecho concreto de gobierno que reafirmaba la pertenencia de dicho territorio a la nueva Nación en construcción.
El 3 de enero de 1833 fuerzas británicas ocuparon las islas, expulsando a quienes allí habitaban como así también a las autoridades establecidas de la Confederación Argentina, generando el inicio de diversas presentaciones de rechazo a la invasión colonialista y protestas sucesivas por el avasallamiento de nuestros derechos territoriales.
Estas se sucedieron en forma permanente ante la Nación agresora como así también ante diversos organismos multilaterales.
Consecuencia de esto, fue la Resolución 2065 del 16 de diciembre de 1965 adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde, a partir del reconocimiento de la existencia de una disputa acerca de la soberanía sobre el territorio de las Islas Malvinas entre la República Argentina y el Reino Unido, se invita a los gobiernos de ambas naciones a buscar una solución pacífica a la cuestión, en base a los objetivos de la Carta de las Naciones Unidas.
El 2 de abril de 1982, el gobierno de la última dictadura en la Argentina del siglo XX ocupó militarmente las islas y desencadenó el conflicto armado, que se extendiera hasta el 14 de junio. 74 días duró la guerra. 14.189 personas fueron movilizadas hacia el escenario del conflicto.
En el año 1990 se reanudaron las relaciones diplomáticas con el Reino Unido, pero éste se ha negado sistemáticamente a continuar las negociaciones diplomáticas para hallar una solución pacífica a la controversia.
En la Convención Constituyente de 1994 se incorporó a la Constitución Nacional la Disposición Transitoria Primera que dice:
¨ La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional. La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes y conforme al principios del derecho Internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino¨
El Estado Nacional ha rechazado y protestado los actos unilaterales británicos tomados en relación al área en cuestión y ha ratificado en los foros internacionales y regionales que solicita el respeto a la Resolución 31 49 de la Asamblea General de las Naciones Unidas que insta a las partes a abstenerse de introducir modificaciones unilaterales a la situación mientras las islas atraviesen por el proceso de descolonización y se hallan al margen de los entendimientos provisorios bajo fórmula de soberanía.
Ha realizado además un llamamiento a la reflexión de los organismos y la comunidad internacional en cuanto a la renuencia del Reino Unido a reestablecer las negociaciones de soberanía de conformidad con las resoluciones de Naciones Unidas y OEA. El último pronunciamiento de las naciones americanas apoyando el reclamo y la soberanía argentina marca el camino de coincidencias y solidaridad de los pueblos hermanos en esta lucha contra un imperialismo anacrónico.
Pero fue la Guerra lo que terminó de fraguar en el pueblo argentino a las Malvinas como causa nacional. Este fue el hecho definitivo para su instalación permanente en el imaginario colectivo.
Un escenario abierto, aún en construcción, con innumerables imágenes y representaciones que, lejos de clausurar su discusión, generan múltiples perspectivas de análisis.
Dictadura y terrorismo de Estado, manipulación informativa y sociedad silenciada, represores y generales decadentes, improvisación y profesionalismo militar, inserción y relaciones internacionales, reclamo y reivindicación histórica, solidaridad latinoamericana y diálogo norte - sur, la vida después de la guerra, pueden ser incluidos en un debate inconcluso y permanente.
Hoy, en este 2 de abril, queremos ratificar nuestro compromiso de mantener viva la memoria histórica.
Queremos, en estas palabras, en las que mantenemos presente las cuestiones que hacen a nuestra identidad y a nuestro sentimiento, rendir homenaje y reconocer a quienes pusieron el cuerpo.
A quienes, en una realidad compleja, envueltos en una feroz dictadura que se desmoronaba, sintieron ese reclamo histórico de soberanía en carne propia.
Hoy rendimos homenaje a quienes fueron los protagonistas directos de la historia.
Rendimos homenaje y rescatamos la actuación de nuestros soldados, reconociendo el esfuerzo y el valor puesto en juego en una situación de desventaja tecnológica y enfrentando fuerzas de elite y profesionales de una de las naciones más poderosas y con vocación colonial del primer mundo, apoyada por sus socios.
A quienes vivieron esa mezcla de convicción, de épica y compromiso.
A los que vieron de cerca la grandeza y la miseria humana en situaciones extremas.
A quienes cumplieron con su responsabilidad y dieron muestra cabal de su formación profesional.
Y en especial a nuestra generación. Esa generación de jóvenes adolescentes en los inicios de la década del 80. A esos soldados conscriptos sin preparación militar adecuada, lanzados al combate desigual. Al hambre y al frío, a luchar por la vida, a encontrarse cara a cara con la muerte. A escribir y marcar a fuego sus historias de vida, nuestras historias personales, con la sangre y el dolor. Esas marcas que hoy, casi tres décadas después, son imposibles de borrar…
Hoy, nuestro sentido reconocimiento a los héroes y combatientes de Malvinas.
Concepción del Uruguay, abril de 2010
La islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes son parte integrante del territorio de la Argentina, que las hereda de España a su independencia, quien ejercía su soberanía efectiva por títulos válidos fundados en la historia y el derecho, por sucesión de Estados según el uti possidetis juris de 1810.
Los primeros gobiernos patrios dictaron diversos actos administrativos para las Islas Malvinas. Así, el 10 de junio de 1829 el gobierno promulgó el decreto por el cual se creaba la Comandancia Política y Militar de las Malvinas, hecho concreto de gobierno que reafirmaba la pertenencia de dicho territorio a la nueva Nación en construcción.
El 3 de enero de 1833 fuerzas británicas ocuparon las islas, expulsando a quienes allí habitaban como así también a las autoridades establecidas de la Confederación Argentina, generando el inicio de diversas presentaciones de rechazo a la invasión colonialista y protestas sucesivas por el avasallamiento de nuestros derechos territoriales.
Estas se sucedieron en forma permanente ante la Nación agresora como así también ante diversos organismos multilaterales.
Consecuencia de esto, fue la Resolución 2065 del 16 de diciembre de 1965 adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde, a partir del reconocimiento de la existencia de una disputa acerca de la soberanía sobre el territorio de las Islas Malvinas entre la República Argentina y el Reino Unido, se invita a los gobiernos de ambas naciones a buscar una solución pacífica a la cuestión, en base a los objetivos de la Carta de las Naciones Unidas.
El 2 de abril de 1982, el gobierno de la última dictadura en la Argentina del siglo XX ocupó militarmente las islas y desencadenó el conflicto armado, que se extendiera hasta el 14 de junio. 74 días duró la guerra. 14.189 personas fueron movilizadas hacia el escenario del conflicto.
En el año 1990 se reanudaron las relaciones diplomáticas con el Reino Unido, pero éste se ha negado sistemáticamente a continuar las negociaciones diplomáticas para hallar una solución pacífica a la controversia.
En la Convención Constituyente de 1994 se incorporó a la Constitución Nacional la Disposición Transitoria Primera que dice:
¨ La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional. La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes y conforme al principios del derecho Internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino¨
El Estado Nacional ha rechazado y protestado los actos unilaterales británicos tomados en relación al área en cuestión y ha ratificado en los foros internacionales y regionales que solicita el respeto a la Resolución 31 49 de la Asamblea General de las Naciones Unidas que insta a las partes a abstenerse de introducir modificaciones unilaterales a la situación mientras las islas atraviesen por el proceso de descolonización y se hallan al margen de los entendimientos provisorios bajo fórmula de soberanía.
Ha realizado además un llamamiento a la reflexión de los organismos y la comunidad internacional en cuanto a la renuencia del Reino Unido a reestablecer las negociaciones de soberanía de conformidad con las resoluciones de Naciones Unidas y OEA. El último pronunciamiento de las naciones americanas apoyando el reclamo y la soberanía argentina marca el camino de coincidencias y solidaridad de los pueblos hermanos en esta lucha contra un imperialismo anacrónico.
Pero fue la Guerra lo que terminó de fraguar en el pueblo argentino a las Malvinas como causa nacional. Este fue el hecho definitivo para su instalación permanente en el imaginario colectivo.
Un escenario abierto, aún en construcción, con innumerables imágenes y representaciones que, lejos de clausurar su discusión, generan múltiples perspectivas de análisis.
Dictadura y terrorismo de Estado, manipulación informativa y sociedad silenciada, represores y generales decadentes, improvisación y profesionalismo militar, inserción y relaciones internacionales, reclamo y reivindicación histórica, solidaridad latinoamericana y diálogo norte - sur, la vida después de la guerra, pueden ser incluidos en un debate inconcluso y permanente.
Hoy, en este 2 de abril, queremos ratificar nuestro compromiso de mantener viva la memoria histórica.
Queremos, en estas palabras, en las que mantenemos presente las cuestiones que hacen a nuestra identidad y a nuestro sentimiento, rendir homenaje y reconocer a quienes pusieron el cuerpo.
A quienes, en una realidad compleja, envueltos en una feroz dictadura que se desmoronaba, sintieron ese reclamo histórico de soberanía en carne propia.
Hoy rendimos homenaje a quienes fueron los protagonistas directos de la historia.
Rendimos homenaje y rescatamos la actuación de nuestros soldados, reconociendo el esfuerzo y el valor puesto en juego en una situación de desventaja tecnológica y enfrentando fuerzas de elite y profesionales de una de las naciones más poderosas y con vocación colonial del primer mundo, apoyada por sus socios.
A quienes vivieron esa mezcla de convicción, de épica y compromiso.
A los que vieron de cerca la grandeza y la miseria humana en situaciones extremas.
A quienes cumplieron con su responsabilidad y dieron muestra cabal de su formación profesional.
Y en especial a nuestra generación. Esa generación de jóvenes adolescentes en los inicios de la década del 80. A esos soldados conscriptos sin preparación militar adecuada, lanzados al combate desigual. Al hambre y al frío, a luchar por la vida, a encontrarse cara a cara con la muerte. A escribir y marcar a fuego sus historias de vida, nuestras historias personales, con la sangre y el dolor. Esas marcas que hoy, casi tres décadas después, son imposibles de borrar…
Hoy, nuestro sentido reconocimiento a los héroes y combatientes de Malvinas.
Concepción del Uruguay, abril de 2010
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