Concordia. A medida que el río crece, va afectando a familias de diferente composición social. Mientras que los primeros evacuados fueron alojados en las escuelas, las familias que debieron dejar sus hogares entre ayer y hoy directamente salen a alquilar. DIARIOJUNIO dialogó esta mañana con los integrantes de dos familias alojadas en la escuela Vélez Sarfield que hace una semana se encuentran allí y con una vecina cercana a la escuela que debió salir ayer de su casa y comenzó a buscar un alquiler.
Susana, vecina del barrio Puerto, vive en Lamadrid y Carriego. Hace 8 días que debió mudarse a la escuela Vélez Sarfield. Junto a su familia, integrada por cinco personas, convive en un aula otra familia vecina. En total, viven 12 personas en una sola habitación. “Realmente estamos, dentro de todo, bien”, indicó.
La casa de Susana es de material. Según pudo observar, la vivienda “aguantó bien” pero espera “a ver como queda cuando baje el agua”. “Quedaron unas camas, herramientas, esas cosas”, indicó. “Hay que esperar, no hay nada más que hacer”, expresó. Mientras tanto, los hijos de Susana siguen yendo a la escuela. Paradójicamente, a la misma escuela donde están evacuados.
En la escuela Vélez Sarfield no terminaron las clases sino que prosiguen las actividades porque las familias que fueron alojadas ocupan el ala del edificio escolar que da a calle Alberdi.
En el último tramo de calle Alberdi, cerca de las vías, se encuentra la casa de Cristina. Hace una semana que debió abandonarla y se trasladó a la Vélez Sarfield. La vivienda, de material, quedó completamente cubierta por el agua pero estima que soportará bien la crecida. Pero su sobrina tiene una vivienda de madera. “A ella se le tapó hasta el techo. El agua mismo la habrá desarmado”, señaló la vecina.
“Me quedaron bastantes cosas. No pudimos sacar porque era impresionante como crecía el río. Me quedaron camas, roperos, cuchetas, un juego de living. Casi todo me quedó. Lo único que pudimos sacar fueron los colchones de una plaza”, manifestó.
“Ahora estoy con dos colchones. Igual me dieron dos colchones más”, señaló Cristina. Ella ocupa un aula junto a su marido y dos hijos. Pero además hay otras dos familias en la habitación. “Somos todos de la misma familia pero familias separadas”, explicó. La única queja es que la comida que trae Defensa Civil llega tarde. “Llega a las tres de la tarde y ellos no pueden comer a esa hora”, indicó.
A una cuadra de distancia de la escuela Vélez Sarfield, en la esquina de Alberdi y Colón, se encuentra Graciela. Con las botas en el agua, se dispone a subir a un bote para acercarse hasta su casa, ubicada a media cuadra de distancia por Alberdi, para sacar algunos elementos del taller de tejido y de la cocina. “Ayer a la mañana me entró”, dijo. La semana pasada se quedó sin energía eléctrica. “Estuve adentro toda la semana con el agua en la vereda”, señaló. Ahora se dispone a buscar una casa en alquiler. “Mi marido es viajante, viene el jueves y ya me dijo que vaya a buscar algo”, señaló.
“Nadie nos ha informado nada; es errónea la altura que dicen. Dicen 15,20 mts. pero la gente que vive acá en el lugar de toda su vida dicen que están equivocados”, dijo Graciela. Además recalcó que no se acercó nadie para ayudar. “Para preguntar; para decir; nadie, nadie, nadie. Esta bien somos familias más o menos. La mayoría salimos por sus propios medios”, dijo.
Susana, vecina del barrio Puerto, vive en Lamadrid y Carriego. Hace 8 días que debió mudarse a la escuela Vélez Sarfield. Junto a su familia, integrada por cinco personas, convive en un aula otra familia vecina. En total, viven 12 personas en una sola habitación. “Realmente estamos, dentro de todo, bien”, indicó.
La casa de Susana es de material. Según pudo observar, la vivienda “aguantó bien” pero espera “a ver como queda cuando baje el agua”. “Quedaron unas camas, herramientas, esas cosas”, indicó. “Hay que esperar, no hay nada más que hacer”, expresó. Mientras tanto, los hijos de Susana siguen yendo a la escuela. Paradójicamente, a la misma escuela donde están evacuados.
En la escuela Vélez Sarfield no terminaron las clases sino que prosiguen las actividades porque las familias que fueron alojadas ocupan el ala del edificio escolar que da a calle Alberdi.
En el último tramo de calle Alberdi, cerca de las vías, se encuentra la casa de Cristina. Hace una semana que debió abandonarla y se trasladó a la Vélez Sarfield. La vivienda, de material, quedó completamente cubierta por el agua pero estima que soportará bien la crecida. Pero su sobrina tiene una vivienda de madera. “A ella se le tapó hasta el techo. El agua mismo la habrá desarmado”, señaló la vecina.
“Me quedaron bastantes cosas. No pudimos sacar porque era impresionante como crecía el río. Me quedaron camas, roperos, cuchetas, un juego de living. Casi todo me quedó. Lo único que pudimos sacar fueron los colchones de una plaza”, manifestó.
“Ahora estoy con dos colchones. Igual me dieron dos colchones más”, señaló Cristina. Ella ocupa un aula junto a su marido y dos hijos. Pero además hay otras dos familias en la habitación. “Somos todos de la misma familia pero familias separadas”, explicó. La única queja es que la comida que trae Defensa Civil llega tarde. “Llega a las tres de la tarde y ellos no pueden comer a esa hora”, indicó.
A una cuadra de distancia de la escuela Vélez Sarfield, en la esquina de Alberdi y Colón, se encuentra Graciela. Con las botas en el agua, se dispone a subir a un bote para acercarse hasta su casa, ubicada a media cuadra de distancia por Alberdi, para sacar algunos elementos del taller de tejido y de la cocina. “Ayer a la mañana me entró”, dijo. La semana pasada se quedó sin energía eléctrica. “Estuve adentro toda la semana con el agua en la vereda”, señaló. Ahora se dispone a buscar una casa en alquiler. “Mi marido es viajante, viene el jueves y ya me dijo que vaya a buscar algo”, señaló.
“Nadie nos ha informado nada; es errónea la altura que dicen. Dicen 15,20 mts. pero la gente que vive acá en el lugar de toda su vida dicen que están equivocados”, dijo Graciela. Además recalcó que no se acercó nadie para ayudar. “Para preguntar; para decir; nadie, nadie, nadie. Esta bien somos familias más o menos. La mayoría salimos por sus propios medios”, dijo.
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