Haití, el país más pobre de América, acaba de sufrir una de las catástrofes más grandes de la historia. Y por duplicado: tuvo dos terremotos con diferencia de una semana, de 7.3 y de 6 en la escala de Richter. En tiempos así, la solidaridad adquiere una dimensión urgente y hasta heroica. Solidaridad, que viene de solidum, sólido, un mismo bloque, uno solo, una unidad. Los entrerrianos están poniendo su solidaridad en acción.
"El terremoto que azotó Haití - 7.3 en la escala de Richter-desplegó una fuerza 35 veces mayor que la de la bomba atómica arrojada en Hiroshima. En consecuencia, la ayuda deberá ser proporcional a esta enorme y desesperada herida abierta en tierra americana". La reflexión corresponde a monseñor Jorge Lozano, y sigue así: "República Dominicana, único país limítrofe que comparte la geografía de la Isla Española, ya no sólo es nación lindera, cercana. Es toda nación hermana. Está brindando desde la hora cero de esta tragedia todo lo que puede: la básica e imprescindible agua, alimentos, medicamentos, brazos, manos. La mayoría de las naciones del mundo han puesto lo mejor de sí para ayudar a Haití y su gente. El dolor haitiano está logrando unión en los objetivos inmediatos de muchos países que cuando se sientan a pensar otras cuestiones quizás no visibilizan puntos de encuentro".
Argentina no se ha mostrado indiferente. El embajador de Haití en nuestro país, Raymond Mathieu, dijo que "Haití va a salir de esta situación difícil con la ayuda de todos los países hermanos". Valoró altamente la presencia de Argentina en su nación en los últimos años y el hecho de que fue uno de los primeros estados en acudir con ayuda humanitaria: los Cascos Blancos que dependen de la cancillería, los Cascos Azules de la ONU, los médicos y personal del Hospital Militar Argentino en Puerto Príncipe.
En la embajada de Haití en Buenos Aires se reciben a diario muestras de solidaridad de ciudadanos argentinos, que se ofrecen como voluntarios o llevan donaciones en especies y en dinero. Muchos, también, llaman para indicar que desean adoptar a un niño huérfano.
Puerto Príncipe contabiliza hasta ahora 50 mil muertos, más de 3 millones de damnificados, y hospitales, viviendas, escuelas, comercios, edificios mil... destruidos.
Entre Ríos en HaitíDesde Entre Ríos, la ayuda se está dando de distintas formas. Hay allá Cascos Blancos y Cascos Azules, gendarmes, médicos entrerrianos colaborando. Desde acá, algunos trabajan en organizaciones de ayuda, como Albana Bernardi, gualeguaychuense, estudiante universitaria, Coordinadora de Voluntariado en Mensajeros de la Paz, una ONG española con filiales en todo el mundo. Mensajeros de la Paz de Argentina trabaja activamente en solidaridad con Haití. Medicamentos, alimentos, material sanitario, agua potable y dinero es lo que más se pide.
Otros, encaran la ayuda por cuenta propia. El pasado viernes, un embarque con seis contendores que llevan 150 mil kilos de arroz blanco largo fino partió con destino final en Haití. La donación pertenece a la empresa Adecoagro, de San Salvador. Llegará en 35 días a República Dominicana y será distribuido por la Compañía de Jesús y la Cámara Dominico-Haitiana. El envío alcanza para alimentar a 50 mil durante un mes. Adecoagro organiza ahora un próximo envío de leche.
En Concepción del Uruguay vive y estudia enfermería Hilionne Inocennt, una joven haitiana. Es voluntaria en esa ciudad de ADRA-Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales-. Hilionne y ADRA Concepción organizaron una campaña que tiene vigencia hasta el 1 de febrero, de recolección de dinero. Será enviado éste a ADRA Internacional, ONG que trabaja en Haití con voluntarios calificados para hacer frente a esta crisis. Se puede donar llamando al 03442 - 431155 o 15529897.
El cirujano en la plaza
Una de las historias más fuertes es la de Juan Boari, cirujano de 33 años, gualeguaychuense, que pasó entre el martes 12 y el miércoles 13 más de 24 horas de pie, operando sin descanso a los heridos. Un descanso de tres horas, una Coca y a seguir. En estos días, Juan ha parado de trabajar. "Nos cuenta que está atendiendo en la plaza, al aire libre, porque no quedan más lugares en el hospital", dice el padre, Mario Boari. Juan integra el contingente de 500 argentinos que llegaron a Haití el 27 de julio pasado para formar parte del Cuerpo de Paz de la ONU. "Estamos bien, muy cansados, pero la podemos contar", escribió en su muro. En Gualeguaychú fue bailarín y animador de la comparsa Marí-Marí. Practica rugby, toca la guitarra y fue Jefe de Residentes en el Hospital Ramos Mejía hasta julio pasado. En la capital devastada, su bisturí toma alas y las horas se convierten en días, caravanas interminables de heridos y dolor. "Esto es un caos, tenemos un Dios aparte... -escribió-. Pobre Haití".
Mapas para salvar vidasLos socorristas de los cuatro puntos del planeta que trabajan hoy en Haití cuentan con una herramienta invaluable, confeccionada como ayuda humanitaria gratuita por un argentino: los mapas Gps de Puerto Príncipe y del país. Cada dos días, se actualizan con nueva información vital. "Tras el sismo, fui inesperadamente contactado por varios organismos de rescate internacionales preguntando si podía proveer mapas de la zona -contó vía correo electrónico el cordobés Cristian Pittaro, residente en República Dominicana-. En ese momento les di lo que tenía, que no era mucho. Comenzamos una tarea contrarreloj. Recluté a varios dibujantes de Mapear (Mapas Electrónicos Argentinos) para que me ayudaran ante la urgencia. Y nuestro proyecto de mapas gratuitos pasó a ser un emprendimiento humanitario que ayudaría a salvar vidas y a guiar a los rescatistas dentro de Haití y en los movimientos con República Dominicana", escribió.
Años atrás, Cristian trabajó y fundó con los actuales organizadores el Proyecto Mapear, "que creció desmesuradamente a un nivel que nunca imaginamos", dice. Hace dos años dejó Río Tercero para irse a vivir a República Dominicana. Fundó allí un proyecto paralelo, que llamó La Hispaniola, www.la-hispaniola.com . Tras el desastre, trabajó dos días completos sin descanso junto con dos dominicanos y los dibujantes de Mapear. Ninguno había relevado antes Haití. Buscaron información en mapas de papel, imágenes satelitales, Internet... "Nos fue muy difícil conseguir datos de ese país", asegura. "¡Pensar que un simple mapa ayude a salvar quizás cientos de vidas!"
Y es así: solicitaron sus mapas directamente a La Hispaniola el Cuerpo Suizo de Ayuda humanitaria (CSA), la Brigada Internacional de Rescate Tlaltelolco Azteca (México), la Armada de Canadá, la Air Force Office of Special Investigations (AFOSI) de Estados Unidos, la Dirección Nacional de Protección Civil y Administracion de Desastres (Venezuela), el Grupo SAR de rescate de Cali (Colombia) y el Cuerpo de Infantería de Marina de la Armada de España. Además, "fueron subidos al sitio de las Naciones Unidas, OCHA, donde se centraliza todo el trabajo de rescate, para que los rescatistas puedan bajarlos de forma rápida", agrega. "Nunca me ha dado esto beneficio económico alguno, pero ahora siento un beneficio espiritual indescriptible".
Dar hasta que duelaPobre Haití, como diría Juan Boari.
Primero fue la belleza. Y la libertad. Cielo, tierra y mar que abrazaban a los arawak, los caribes y los taínos en un paraíso sin fin. Luego fue la ambición, la huella del pie europeo en 1492, el arrebato. Tres siglos de colonización. El tráfico de esclavos desde África. El despoblamiento de 1606. La cueva de filibusteros y piratas (y pensar que nos encantaban las historias de la Isla de Tortuga). La revolución, el abolicionismo, la independencia... y otra vez el sometimiento, esta vez económico, social, dependencia por el dolor. El 80% de su población vive bajo el umbral de pobreza. El 75% depende de la agricultura y la pesca. El terreno está sobreexplotado y deforestado (en 1923, el 60% de Haití estaba arbolado. Hoy, solo el 2%). La inestabilidad, la violencia, la pena. La deuda externa. La trata de personas. El SIDA. El hambre, las enfermedades, la inseguridad.
El terremoto. El caos. La orfandad. Las epidemias.
En su carta, monseñor Lozano termina diciendo: "Haití camina un tramo más de su Vía Crucis como pueblo. Que seamos capaces de dar hasta que duela en palabras de Madre Teresa. Que se hagan de carne los corazones que alguna vez frente a esta misma nación han sido de piedra. Que sepamos ver que dar una mano, dos manos, tres, es lo que nos convierte cada día en más humanos que se parecen cada vez más a hermanos. Que nuestro Padre Bueno -que tiene su pecho abierto a quienes necesitan del abrazo- y la Virgen, Madre de Todos, sean refugio y esperanza, consuelo y fortaleza para nuestros hermanos haitianos. Estemos juntos. Recemos juntos".
Por Verónica Toller - mvtoller@gmail.com