El médico cirujano de Gualeguaychú, Juan Boari, que viajó a Haití como casco azul hace seis meses, regresó al país este martes. “Jamás pensé en volver, yo estaba agradecido de estar vivo, y feliz porque estaba trabajando”, dijo al contar su experiencia en el país más pobre del hemisferio.
“Contento de estar en casa”, el médico gualeguaychuense que viajó a Haití hace seis meses, como integrante del Cuerpo de Paz de la ONU en ese país, dijo que “vivir en Haití, aún antes del terremoto ya es complicado”, y mencionó los problemas de narcotráfico, corrupción, enfermedades tropicales y la pobreza.
El nosocomio argentino donde trabajaba “era un hospital muy pequeño que tenía recursos para una situación común, y de repente fue el único hospital que quedó en pie”, cuando sucedió el terremoto, “y la demanda era impresionante, la gente golpeaba las paredes para ser atendidos”, relató, agregando con orgullo que “el hospital se la bancó y siguió atendiendo a brazo partido sin discriminar a ningún tipo de paciente”.
Juan relató que hubo 54 réplicas más del terremoto: “El piso tiembla todo el tiempo, es como estar arriba de un barco”. En el momento que se produjo el sismo, él se encontraba en un supermercado junto a seis compañeros más donde murieron 50 personas, “éramos siete: cuatro chicas y tres chicos; y salimos ilesos”.
“A eso nadie te lo explica en la facultad”, expresó, agregando que “uno se abstrae totalmente, mientras operaba, operaba sin importar si el quirófano temblaba; me aislaba, aunque no es fácil porque uno no puede flaquear, era no parar de trabajar y todos de forma organizada en un caos total”.
Consultado sobre si en algún momento se arrepintió de haber decidido ir a Haití, contestó: “Jamás pensé en volver, estaba agradecido de estar vivo y feliz porque estaba trabajando, yo soy cirujano y me gusta operar y gracias a Dios tuve la posibilidad de trabajar mucho y ayudar a esa gente”.
Boari transmitió además la enseñanza que le dejó la experiencia: “Teníamos pesadillas y no sabíamos si al terremoto lo habíamos vivido o imaginado, no nos hagamos drama por cosas estúpidas y sin sentido, no quisiera jamás que mi país llegara a eso, soy un tipo con suerte por haber estado ahí”, y concluyó: “Hay que vivir la vida, hay que hacer las cosas que nos gusta, yo amo jugar al rugby y salir en el carnaval, disfrutemos y hagamos las cosas que nos gustan porque no sabés cuándo puede venir una catástrofe”, dijo a Radio Máxima.
“Contento de estar en casa”, el médico gualeguaychuense que viajó a Haití hace seis meses, como integrante del Cuerpo de Paz de la ONU en ese país, dijo que “vivir en Haití, aún antes del terremoto ya es complicado”, y mencionó los problemas de narcotráfico, corrupción, enfermedades tropicales y la pobreza.
El nosocomio argentino donde trabajaba “era un hospital muy pequeño que tenía recursos para una situación común, y de repente fue el único hospital que quedó en pie”, cuando sucedió el terremoto, “y la demanda era impresionante, la gente golpeaba las paredes para ser atendidos”, relató, agregando con orgullo que “el hospital se la bancó y siguió atendiendo a brazo partido sin discriminar a ningún tipo de paciente”.
Juan relató que hubo 54 réplicas más del terremoto: “El piso tiembla todo el tiempo, es como estar arriba de un barco”. En el momento que se produjo el sismo, él se encontraba en un supermercado junto a seis compañeros más donde murieron 50 personas, “éramos siete: cuatro chicas y tres chicos; y salimos ilesos”.
“A eso nadie te lo explica en la facultad”, expresó, agregando que “uno se abstrae totalmente, mientras operaba, operaba sin importar si el quirófano temblaba; me aislaba, aunque no es fácil porque uno no puede flaquear, era no parar de trabajar y todos de forma organizada en un caos total”.
Consultado sobre si en algún momento se arrepintió de haber decidido ir a Haití, contestó: “Jamás pensé en volver, estaba agradecido de estar vivo y feliz porque estaba trabajando, yo soy cirujano y me gusta operar y gracias a Dios tuve la posibilidad de trabajar mucho y ayudar a esa gente”.
Boari transmitió además la enseñanza que le dejó la experiencia: “Teníamos pesadillas y no sabíamos si al terremoto lo habíamos vivido o imaginado, no nos hagamos drama por cosas estúpidas y sin sentido, no quisiera jamás que mi país llegara a eso, soy un tipo con suerte por haber estado ahí”, y concluyó: “Hay que vivir la vida, hay que hacer las cosas que nos gusta, yo amo jugar al rugby y salir en el carnaval, disfrutemos y hagamos las cosas que nos gustan porque no sabés cuándo puede venir una catástrofe”, dijo a Radio Máxima.
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