domingo, 14 de marzo de 2010

Etelvina Piccini, oficial de la Policía - “Ser mujer y madre hace ver las cosas de otra forma y entender a quienes llegan con sus problemas"

La mujer lentamente fue ganando su espacio en una sociedad que la tuvo marginada considerándola incapaz de desarrollar diferentes actividades que solo los hombres tenían a su cargo. Pese a esto, el tiempo demostró que el mal llamado sexo débil era capaz enfrentar hasta la más compleja situación, al punto de llegar a ser sumamente necesaria su intervención o presencia en numerosas circunstancias que plantea el mundo moderno. Hoy la mujer está incluida en prácticamente todas las actividades y en muchas ocasiones se ve que es superior al hombre, con la inigualable virtud de que además de todo, es solo ella la que tiene la capacidad de traer al mundo un hijo. La sociedad moderna tiene a la mujer como protagonista de tareas que fueron exclusividad del hombre, como lo fue formar parte de las filas de una fuerza de seguridad o militar, pero el tiempo pasó y supo ganar su espacio.
La semana pasada, se recordó el Día Internacional del la Mujer y en Concepción del Uruguay se hicieron reconocimientos a distintas integrantes del sexo femenino que se destacaron en sus respectivas actividades, por lo que UNO tomó uno de los casos tratando de ver como es la vida de una oficial de la Policía de Entre Ríos. Pese a la firmeza en el trabajo de desarrolla, Etelvina Piccini, que tiene la jerarquía de subcomisario y se desempeña como segundo jefe de la comisaría del menor y la Mujer, no podía disimular su nerviosismo y emoción al recibir la distinción. Nacida en Urdinarrain, con treinta y tres años de edad y 15 en la Policía entrerriana, la oficial tiene dos pequeños hijos, de 8 y un año respectivamente, a los que ama y se dedica, pese a lo complejo de su profesión que le insume mucho tiempo y dedicación.
“Ingresé a la Policía por vocación y formé parte de la segunda promoción con personal femenino. Soy hija de un suboficial de la Policía y desde chica me gustaba, por lo que al darse la oportunidad a la mujer, no lo dudé un instante e ingresé. Era toda una novedad en ese momento y fue una experimentación para nuestra Policía, ya que en otras fuerzas ya las había. La presencia de la mujer ya era necesaria y quedaba demostrado permanentemente. La actividad en esta dependencia en la que estoy lo demandaba, ya que las mujeres querían que otra mujer las atendiera o asistiera y en la actualidad tenemos intervenciones en forma permanente”, señalaba Piccini.
La joven oficial reconoció que la mujer fue siempre el puntal de un hogar, pero hoy debe salir a trabajar. En la Policía no se sintió jamás discriminada y encontró el apoyo de sus camaradas. Su vida tuvo el giro más importante a partir del nacimiento de su primer hijo, lo que le permitió ver de otra forma los problemas que le llegaban a diario a su lugar de trabajo.

Llorar de impotencia- La sensibilidad debajo del uniforme está presente en forma permanente y es imposible de ignorar. “En esta dependencia somos casi todas mujeres y madres. Vemos a diario cosas que nos conmueven, pero tenemos que actuar con firmeza y tratamos de que nos afecten los problemas que se ven, sobre todo cuando los protagonistas son menores. La virtud de la mujer creo que es la facilidad para escuchar y entender. Vemos casos muy dolorosos y muchas veces he llorado sola por la impotencia de no tener una solución. Ver un chigo golpeado o desnutrido conmueve y al regresar a casa y ver a mis hijos, los abrazo con fuerza y trato de disfrutarlos sin llevarles mis problemas, dando gracias a Dios por lo que me dio”, señaló.
La oficial policial considera que tienen sobre sus hombros una gran responsabilidad y esto no debe afectar su vida personal por más complejo que sea. En un día de trabajo pueden ocurrir muchas cosas y destacó casos donde ve a menores de corta edad que llegan golpeados por sus padres sin motivo alguno. “Somos las primeras en intervenir y da impotencia ya que al ser madres tenemos otra mirada de la situación. Muchas veces nos es difícil entender estos actos de violencia y tratamos de dialogar con la gente que en muchos casos, con el correr del tiempo no olvidan y al encontrarnos nos reconocen lo que hicimos. Esto pasa mucho con menores que llegan a la comisaría por delitos, con los en muchos casos hablamos. Esto es reconocido por ellos que después te encuentran y te saludan de manera agradecida”, explicaba.
Piccini, si bien deja sus problemas de trabajo fuera del hogar de manera de que no afecte su relación con los hijos y esposo, hace uso de su experiencia que le sirve para educar a sus hijos demostrándole que ellos tienen muchas cosas que en otros hogares no hay, de manera de enseñarles a valorarlo.
La mujer Policía recordó de sus 15 años en la fuerza, que lo más lindo que le dio su trabajo fue la cantidad de gente y amistades que fue cosechando, a lo que se sumaron los reconocimientos de las autoridades, pero entre las cosas más difíciles que le tocó vivir, se encuentra la falta de posibilidades de ser ellas la solución a conflictos que se presentan.
“Quiero destacar que este trabajo es como todos y hay que dedicarle su tiempo. Solo les digo a las jóvenes que tengan intención de entrar a la Policía, debe tener vocación y saber ubicarse en el lugar del otro a la hora de actuar. No podemos olvidarnos que quienes llegan a esta dependencia con sus problemas son personas que necesitan ayuda. No es fácil y hace ver a la vida desde otro punto de vista, sobre todo si se es madre. Nota Pablo Bianchi/UNO

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